CINCO BESOS
Hacia mas de una año que Jonás había dejado el pueblo. Desde muy niño y estaba acostumbrado a trabajar Y en el primer sitio que pidió trabajo se quedo todo el tiempo. A pesar de tener di ciesis años, le pagaban como un adulto, que es lo que se le consideraba. En la empresa estaban muy contentos con el.
Durante la semana, pensaba mucho en el momento más importante para el, ir al baile. En 1966 no se conocían las discotecas, los bailes eran grandes salones con palcos a los lados. Cada pueblo del Bajo Lloblegat tenía el suyo.
Lo primero que hacia nada mas entrar era mirar a las chicas que siempre solían ser las mismas; pero aquel domingo fue distinto. Al recorrer la mirada por un segundo en el palco de la derecha vio a la muchacha mas linda que nunca había visto. Llevaba un traje amarillo y un gorro verde de lana, se sentó en el palco de enfrente para observarla; era la persona más armónica que había visto jamás. Le pidieron baile casi todos los jóvenes, a todos los decía que no, mientras le sonreía con la boca y o los ojos a la vez. Era la sonrisa más bonita que jamás había visto.
Esa tarde Jonás no bailo, se conformo solo con mirarla, cuando faltaba poco para que se acabara el baile, sabiendo que a el también le diría que no la saco a bailar.
- ¿Bailas?
Y de cerca y con esa sonrisa le dijo "Gracias, pero no se bailar, quizás otro día".
Se fue del baile que parecía que había visto a la virgen.
El lunes siguiente por la mañana se durmió unos diez minutos más de la habitual y no quería llegar tarde al trabajo. Caminaba muy deprisa para recuperar el tiempo perdido, cuando de prono quiso reconocerla pero se dijo a si mismo que era posible. ¡La chica del baile! Cuando estuvo a su altura el saludo:
- Buenos días.
- Buenos días, ¿Nos conocemos?
- Ayer te saque a bailar.
- Me sacaron tantos...
- ¿Cómo te llamas?
- Rosa Mari.
- ¿Dónde vas tan temprano?
- A lo mismo supongo, a trabajar.
- ¿Cuantos años tienes?
- Veinte.
- Si tú pareces mas joven que yo.
- Tengo veinte.
No aparentaba más de quince, estaba en esa edad que no sabe si es niña o mujer.
Bueno hasta luego Dijo Jonás, y siguió acelerando el paso, no llegaría tarde al trabajo.
Cuando habían pasado ni cinco minutos la vio entrar en la casa de enfrente, era la casa de un medico muy conocido en Gavá. Días más tarde la vio que salía de la casa.
- ¿Trabajas aquí?
- Si, hago las labores del hogar.
Jonás trabajaba en la obra de en frente de la casa y se pasaba todo el tiempo que podía mirando para ver si la veía. Un día la vio por la ventana mientras estaba limpiando, se dio cuenta que la miraba y sonrío.
A la hora de comer ella salio a comprar vino a la bodega de enfrente y Jonás empezó a acompañarla.
Rosa Mari le pregunto que por que la acompañaba y Jonás le respondió por que me gustas, entonces ella sonrío.
Así cada día, se fue enterando de donde era, pues también era emigrante, resulto que eran casi vecinos, pues desde la casa de donde vivía Jonás en Viladecans, se podía ver el balcón de Rosa Mari, así la podía observar desde el trabajo y en la casa. Siempre que la veía le daba un vuelco el corazón.
Empezaron a salir juntos, al baile, al cine, a pasear. Los dos vivían en una nube. Vivian días muy felices.
Cuando iban al cine consideraba que ella era mas guapa que ninguna artista de las películas, ya podía ser la misma Sofía Loren o Sara Montiel.
En Setiembre del1967 ya hacia más de un año que se conocían y estaban muy enamorados.
El padre de Jonás vino a visitarles, pues hacia seis meses que su hermano Antonio vivía también en Viladecans: les dijo; "tenéis que veniros conmigo, con los ahorros de vuestro trabajo, he comprado unas tierras y voy a poner viñas". Su tío le dijo aparte. Tu padre os quiere llevar al pueblo, es por que se ha enterado que tu hermano Antonio anda de borrachera y frecuenta mucho "el barrio chino".
Jonás era menor de edad, pero Antonio tenía venticuatroaños.
Los padres en esa época tenían mucho poder, no se le podía llevar la contraria y los hijos tenían mucho respeto. Si le decía que tenia novia y estaba muy enamorado no le daría la mayor importancia y como se iba a llevar al grande y dejar e el pequeño.
Al día siguiente Jonás fue a hablar con Rosa Mari.
- Rosa Mari me tengo que marchar para el pueblo, pues mi padre ha venido a por mí.
- ¿Cuando volverás?
- No lo se cuando pueda, pero te escribiré.
- Si, pero no será lo mismo.
Hacia ya seis meses que Rosa Mari trabajaba en un bar de ayudante de cocina en el cual servían comidas y cenas. Terminaba de trabajar a las once de la noche; el dueño del bar que era muy amigo del padre la acompañaba a su casa había cuatrocientos metros. Jonás fue por el bar a tomar algo y haber si la podía ver. El dueño se le acerco y le dijo;
- Jonás me ha dicho Rosa Mari que mañana te vas para el pueblo. Esta noche te dejare que te la lleves a tu a su casa, vente por aquí a las once menos cuarto.
Cuando llego la hora convenida, allí estaba Jonás.
Rosa Mari se despidió de sus jefes:
Hasta mañana y gracias por dejar a Jonás que me acompañe.
Pero no llegues tarde a casa o tu padre se empezaría a preocupar.
Tenían unos cuatrocientos metros para ellos solos, toda la calle "San José", pues ella vivía al final de la misma y el bar estaba al principio.
No habían andado más de veinte pasos, cuando Jonás la cogió de la cintura y le dio un beso de pasión.
A unos cien metros le dio le segundo beso, era un beso de pasión y ternura.
En mitad de la calle le dio el tercero beso, se empezaba a dar cuenta que se acababa el trayecto.
El beso de amor, ternura y nostalgia. Caminando un poco mas cogidos de la mano y mirando los dos para el suelo, Rosa Mari se quedo parada, y mirándole a los ojos le dio el cuarto beso ¡Había tanto amor en esa mirada!, que jamás olvidaría ese momento.
Estaban en frente de su casa.
- Nos tenemos que despedir, pues yo siempre llego mutual con mi jefe y nos ha hecho el favor de que tu la acompañes.
Jonás cogio entre sus brazos y se dieron un gran abrazo y el beso mas bonito que jamás dio; había amor, ternura, y cariño y tristeza a la vez, las lagrimas de los dos se mezclaron con el beso y los dos recibieron ese sabor salado que desprende de las lagrimas.
La dejo marchar y la siguió con la mirada hasta que atravesó el último portal...
AUTOR
JESÚS COSO ROGRIGO
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